Una noche de finales de abril Alba salió a dar un paseo con su mochila de color cereza. Encontró una casa abandonada con sus muros cubiertos de hiedra. Encontró en una rama de un árbol una lechuza. Entró en la casa y pensó... ¡esta va a ser mi casa!
Aunque estaba cansada, limpió la casa. Echó a un nido de ratones y a una culebra.
Unos vecinos decían que era hija de una bruja. Otros decían que había llegado en una patera porque era morena y sus padres se habían ahogado.
Tres niños llamados Lucía, Marcial y Antón tenían envidia de su mochila y pensaron en descubrir qué había dentro de esa mochila mágica. Mientras Alba le daba de comer a los pájaros migajas de pan en su mano, miró a la mochila y le habló con palabras que nadie podía reproducir. Oyó a una persona llorar, era don Marcelino. Su hijo había muerto en un accidente. Lucía, Antón y Marcial le ofrecían cosas a cambio de su mochila. Alba no quiso y se la quitaron en un descuido.
Mientras Marcial corría con la mochila tropezó y esta se abrió de golpe. De su interior salieron: una goma de borrar, malos momentos, una caricia, un abrazo, un pedazo de pan duro y un beso tierno.
Autora: Isabel Herranz